lunes, 6 de febrero de 2012

Capítulo 9: los peligros del hogar

En lo cotidiano, en el hogar, el ámbito doméstico, está le verdadero peligro para los gatos, porque generalmente no salen a dar una vuelta por la calle como los perros –digo generalmente porque he visto de todo en esta viña del Señor…- y pasan las 24 horas del día dentro de nuestro hogar. Todos los peligros que voy a relatar a continuación están avalados por nuestra triste y a veces desafortunada experiencia, por ello, si acabáis de adoptar un gatito, tomad nota de ellos porque más vale prevenir que curar. Ahí van los que se me vienen a la mente:


La cuerdecilla o cable para abrir y cerrar el estore o las cortinas

Ojo con este artilugio utilizado por los humanos para abrir o cerrar cortinas y estores. Generalmente es una cuerdecita con una borla o tope colgando, que para los gatos es súper atractivo (muchos juguetes de gato consisten en eso, en suspender de un hilo “algo” que les llame la atención, y vaya que sí se la llama). No es la primera vez que me encuentro a uno de nuestros gatos con la cuerda de marras liada al cuello. Lo que yo recomiendo es hacer un atillo con la cuerda y dejarla sobre la cortina o estore, para que no cuelgue y no les llame la atención. Vale, es un rollo deshacer el atillo cada vez que los abres o cierras, pero esos 2 segundos que tardes en hacer la operación le pueden salvar la vida a tu mejor amigo, o por lo menos evitarte un susto gordo.


Si te vas a ir de casa por un par de días y dejas a tu mascota allí, no olvides neutralizar los cables de los estores, o te puedes encontrar cuando vuelvas al gato ahogado con él.


Las asas de las bolsas de plástico y de papel

¿A que parecen muy monos cuando se meten en las bolsas que traemos de la calle?. A mi me encanta que lo hagan, pero esto tiene un serio peligro: las asas son como sogas para ellos. Vale, son más grandes que el ancho de su cuello, por lo que directamente es difícil que se ahorquen con ellas, pero el gato en su curiosidad se mete por el asa y se le queda atascada a medio cuerpo, a la altura de la barriga –de ahí no suele pasar-. Entonces pueden ocurrir dos cosas: que el gato se agobie y salga corriendo con la bolsa a cuestas, que al hacer ruido por el aire le asusta cada vez más, entonces el peligro es que el gato choque con cualquier mueble de la casa porque está tan asustado que no coordina bien sus movimientos, o, que se intente zafar de la atadura y cada vez se la atasque más en la zona barriguera –que si el gato está “bien comido” es más ancha que el pecho-, y le vaya ahogando poco a poco, al no dejarle hinchar la barriga para respirar. Ya veis, una simple bolsa los problemas que puede dar.

Yo recomiendo que cuando le dejéis al gatico jugar con una bolsa antes rompáis las asas, por precaución de males mayores.


Los cables eléctricos, esos conductores del demonio

A todos los gatos les llama la atención el cable de los aparatos eléctricos, mucho, mucho. Lo mordisquearán siempre que puedan, como nuestra Kitti, que mordió tanto el cable de la lámpara del salón que llegó al conductor y dio un chispazo tal que se le quemaron los bigotes. Nos reímos un rato, pero podía haber sido una desgracia. No le dejéis jugar con el cable de ningún aparato eléctrico. Nunca. Jamás. Endexamais. Lo cogen como costumbre y un día están solos en casa y se electrocutan.

Cuando os vayáis un par de días de casa y el gato quede solo, dejad todo desenchufado, por favor. Ahorráis energía, pasta, cuidáis el medioambiente y lo que es más importante, cuando vuelves tu mejor amigo no estará electrocutado. Volver a enchufar los aparatos eléctricos son 5 minutos, nada más.


El collar de gato

¿Y entonces el collar de gato, diseñado para el gato, es un peligro? Poz zi, amigos. A los gatos no les gusta el collar, vamos, no conozco a ninguno que le guste, y conozco unos cuantos, os lo aseguro. ¿Pero si a mi gato le encanta su collar, que dices?. Pos que no le gusta, que lo tolera por costumbre seguramente, y porque seguramente sea un gato ya adulto que lo lleva desde siempre. Si adoptas un cachorro y le pones un collar –primero, que a ver donde encuentras un collar de gato talla cachorro, que aunque los hay, no he visto muchos-, puede ocurrir que tú te olvides de que se lo has puesto, pero él no se olvida, y, en cuanto te descuides se lo va a intentar quitar ¿y cómo? Pues con lo único que puede, con la boca. Si el collar le queda un poco holgado, que seguro que es así porque a nadie se le ocurriría apretarlo demasiado –es nuestro mejor amigo y no queremos ahogarle no?-, meterá su mandíbula inferior entre su cuello y el collar. Y luego no la puede sacar. Se queda en esa posición hasta que os deis cuenta de lo que le pasa, y puede ser tarde porque en esa posición no aguantan mucho, que se lo digan al Groucho que casi se muere por culpa de maldito collar.

Otro peligro del collar es que el gato no se da cuenta de que lo lleva y se queda enganchado en los sitios por culpa de este artilugio del demonio. Sobre todo los gatos que viven en casa unifamiliares y salen a la finca.

Lo dicho, collares fuera, si queréis que el gato lleve algo que le identifique por si se pierde o se escapa, lo cual me parece bien, ponedle un microchip en el veterinario. No le pongáis ataduras a un animal que es libre por naturaleza, recordad que el perro es seguidor vuestro, pero que el gato no lo es, tiene su independencia (vuelvo a repetir: tú le perteneces a él, no al revés).

Eso sí, hay un caso en el que es aconsejable usar arnés (no collar) con el gato: cuando quieres que se adapte a tu nuevo hogar y éste tiene finca, recomiendo que durante un mes mínimo se le saque un par de horas al día con un arnés y correa a reconocer la finca, siempre con vosotros, para que el gato la asocie a su territorio y aunque salga al exterior siempre vuelva a casa. Pero después del paseo se le quita el arnés para estar en casa, que se puede quedar enganchado.


Cualquier objeto que sea más pequeño que un tapón de plástico

Primero juegan con ellos y luego se los pueden tragar. Esto es como en el caso de los bebés: nada de objetos que puedan caber en la boca, los gatos, al igual que los bebés, todo lo llevan a la boca.


Las plantas con alcaloides, una droga

Los gatos y las plantas no son muy compatibles. Por muchos motivos. Entre ellos, que al gato lo que más le va a gustar es rascar el tronco de la planta, morder y comerse a veces las hojas, escarbar en la tierra e incluso hacer sus necesidades en ella (les puede su instinto). Creo que asocian una planta a la vida en libertad, por eso se comportan así. Y cuantas más veces le riñas, más esperará a que te des la vuelta para ir a mortificar a la planta otra vez. Para esto no hay solución, o la planta o el minino, y, francamente, como este blog va de mininos, espero que decidáis a favor de las 4 patas, porfi.

Pero bueno, no solo es que el gato se cargue la planta, es que a veces las plantas son veneno para los gatos. Es el caso de ciertas plantas que contienen alcaloides, o de otras plantas que contienen más venenos cuyos nombres no se me –que me perdonen los de biología, química y ciencias naturales-. Algunas de ellas las he encontrado por Internet y son las siguientes: Poinsettia, Naranjito chino, Diefenbaquia, Guisante de olor, Clemátide, Azalea, Adelfa, Delphinium, Rododendro, Altramuz, Rosa de Navidad….eso sí, si queréis estar seguros de que vuestras plantas no son venenosas para vuestro mejor amigo, consultad con el veterinario, que es el que realmente sabe.

Nosotros en casa tuvimos un gato, el Indi, que luego vivió muy feliz muchos años en casa de mi hermana, que casi se muere por culpa de una palmera. No sabíamos que le pasaba y esto fue durante mucho tiempo, al gato le daban como unos ataques epilépticos horribles, que se llegaba a morder la lengua y todo, y hacía las cacas verdes. Era todo muy raro. Hasta que entre el veterinario y mi hermana descubrieron que eran de morder el tronco de la palmera, vamos que se chutaba con la savia de la planta, era un gato drogadicto. Cada cierto tiempo iba a por su dosis, pero poco a poco le estaba envenenando. Es por eso que al Indi le llamamos el gato drogadicto (esto es del capítulo de anécdotas, si lo recordáis).


Cosas que se pueden beber o comer por accidente si no estamos atentos

Aunque los gatos no son como los perros, que comen cualquier cosa, puede ser que a un gato determinado le atraiga el olor o el sabor de algo y que se coma o se beba una substancia para él venenosa. Esto lo he visto pocas veces, pero al igual que en los seres humanos, existen gatos con más sentido común que otros…(y al igual que las personas, esta pérdida del sentido común es más habitual cuanto menor es la edad del sujeto). Recuerdo que a la Miu de mi hermana le gusta lamer objetos metálicos, por qué? Pos aún es hoy el día que ni idea.

Algunas substancias Y/O objetos a tener en cuenta en este tema son los siguientes:

Jabones de lavavajillas, detergentes en polvo…---siempre cerrados los envases

El retrete, que si lo dejas abierto parece un enorme bebedero ---cerrad la tapa del retrete, no es el primer gato que va a beber de él y se cae dentro

El cubo de la fregona, que si lo dejas con agua parece un enorme bebedero ----dejadlo sin el agua con detergente, por si las flys.



Las ventanas entreabiertas

Son un verdadero peligro para los gatos, porque les atraen mucho, mucho, mucho (mucho).

No se si científicamente es así, pero yo creo que los gatos no tienen vértigo. Si ven una ventana entreabierta se asomarán fijo. Y recordad que el gato cabe por donde caben sus bigotes. Una rendija que parezca pequeña a nuestros ojos puede ser mortal. Mucho ojo pues con las ventanas. En próximos capítulos os daré algún consejillo para ventilar una casa con gato dentro de forma segura. No voy a incidir más en el peligro que suponen las ventanas entreabiertas porque creo que os hacéis una idea, además, han ocurrido en mi familia trágicos accidentes relacionados con las ventanas y no quiero traer malos recuerdos a nadie, que el espíritu del blog que escribo quiero que sea positivo, muy positivo (besos, nenas, hay que recordar lo bueno siempre J)


Bueno, como veis, hay muchos peligros en casa y hay que estar ojo avizor, porque el gato tiene las 24 horas del día los 365 días del año para pensar qué “falcatruada” hacer y ellos no visualizan el peligro, sólo ven la diversión, les mueve la curiosidad.


Para relajar de tanto peligro os pongo algunas fotos de nuestros gatos y gaticos, espero que os gusten


 Miu

 Barbi

 Tres colores III

 Grisi y Grisi III

 Grisi

Camada de Lancelot

Capítulo 8: tonterías varias, anécdotas y fotos (para relajarse de tanto consejo) II

capítulo en construcción, próximamente (es que los capítulos de anécdotas sólo los escribo cuando tengo un día happy, a ver si pronto)

lunes, 23 de enero de 2012

Capítulo 7: tonterías varias, anécdotas y fotos (para relajarse de tanto consejo)

Este capítulo es para relajarse un poco y disfrutar de tener gato(s), así que ahí va una foto de Ray Charles bostezando que le hice ayer, para empezar (si lo quiero hacer a propósito no me sale):


Por cierto, os acordáis de que en uno de los capítulos puse que el gato se mete en cualquier parte?, pues ahí va unas fotos de la Madre en la caja de los zapatos que me acabo de comprar en las rebajas. Les encantan las cajas de zapatos. Si dejáis una en el suelo el gato tardará 10 segundos de reloj en meterse dentro.




A ver, ya está bien de tanta foto, que desde que tengo smartphone no hay quien me aguante, voy a escribir algo, creo que vamos a continuar con el anecdotario del capítulo anterior de cómo encontramos a alguno de nuestros gatos:

La Rari (o la gata más rara que habíamos visto hasta ese momento –falta de experiencia porque hay muchas gatas carey-)

A la Rari la encontramos en una zona medio descampada detrás de nuestra antigua casa en la que había muchos gatos de la calle a los que todos los días dábamos de comer. Estaba medio ahorcada por una bolsa de plástico, como si la hubiesen metido en ella y luego tirado allí desde una de las ventanas de los edificios contiguos y ella al intentar salir de la bolsa se enredó el asa al cuello. No tenía ni mes y medio. Como éramos algo inexpertos en esto de los gatos de aquellas, nunca habíamos visto un gato con esos colores, así que le quedó de nombre la “Rarita” o la “Rari”. En fin, no teníamos ni idea, ya que hay muchas gatas –porque de tres colores no pueden ser más que gatas, por una cuestión genética creo- con esos colores, y hasta creo que se denominan carey. Esta es la Rari, que aún está con nosotros después de 12 años:



El Romeo (Borro para los amigos, o el gato que se apuntó a un curso de Autocad)

Lo del Romeo fue un claro estar en el momento y lugar adecuados, creo yo. Pos bien, como esto de las nuevas tecnologías se imponía cada vez más mientras estaba en la universidad, y visto que no se me daban muy bien, una amiga y yo decidimos apuntarnos a un curso de Autocad de esos de Samicro –los que estudiasteis en Coruña los conocéis seguro-, frente a la Plaza de Galicia en La Coru, neno. Por cierto, un rollo de curso que dejé al mes más o menos, porque pasarse un día entero conociendo el maravilloso mundo de la herramienta polilínea es interesantísimo :P. Sigo, pues, al segundo o tercer día de clase, en las escaleras de entrada a la academia había un gato negro de unos seis o siete meses de edad, y a su lado resultó que estaban una chica y su hija que se habían parado ante los maullidos del gato. Resulta que las conocía porque la hija había ido al colegio con mi hermana pequeña y la madre era amiga de mi madre, lo que pasa es que les había perdido el contacto al ir al instituto porque se habían mudado de barrio. Vaya ¿y que hacían allí, con ese gato, en las escaleras de Samicro?. Sencillo, resulta que son dos personas muy amantes de los animales y que ya tenían acogidos en su casa a varios gatos y algún que otro perro, y que este gato que maullaba tanto les daba mucha pena, por eso habían parado, pero que no lo podían llevar a casa.

Os lo imaginais, no? El gato me miró, yo le miré, me hizo un par de ochos….Dos minutos después, con ayuda de una caja de cartón, llevé a Romeo a casa (me salté la clase, claro, pero que mas da, si lo dejé dos o tres clases después), y hasta hoy. Este es Romeo, o Borro, como le llamo yo:



El Blanqui (Salem o el gato cojo por una patada de un desalmado hijo de puta)

Este caso fue el de un rescate para evitar una muerte anunciada. Mi hermana empezó a trabajar en un mesón que daba comidas, situado en un polígono industrial cercano a La Coru, neno, que tenía un sótano a modo de almacén. Ella ya había visto al Blanqui por ahí, era un gato blanco con las orejas y el rabo amarillo, adulto ya, de edad desconocida, que cojeaba de una de las patas traseras –ahora no recuerdo de cual-. Resulta que el gato se metía en el sótano y le mordisqueaba los chorizos al dueño del mesón. Éste espécimen tenía amenazado al gato, decía que se lo iba a cargar y claro, mi hermana venía todos los días amargada pensando que este señor iba a matar al pobre gato, de hecho, el cojeo del gato era por una patada que le dio el susodicho un día que lo pilló por banda –yo creo en la justicia divina, y en que todo el mal que hayas hecho se te devolverá tarde o temprano, por eso no voy a dedicarle ni 5 minutos de mi tiempo a pensar en este tipejo-. En fin, que un día cogimos un transportín y fuimos mis hermanas y yo al rescate del blanqui, que se dejó coger sorprendentemente bien. Y ala, otro pa casa.

El blanqui vivió muchos años en mi casa como un rey, eso si, con esa cojera característica que le hacía especial y único, y que no nos permitía olvidar nunca que no todos los seres humanos son buenos, no lo olvidéis vosotros tampoco.

Este es blanqui subido al televisor:



Pinki (el tontigato o el gato que se cayó en el caldero de la poción mágica)


El Pinki fue un gato mu mu tontín al que quisimos mucho, pero hay que reconocer que era un poco “cortito”. Cuando todos los demás estaban ya cazando una mosca, él aún la estaba buscando en donde había estado revoloteando un minuto antes. Digamos que era algo lento, y eso en un gato es algo inusual. A este gato nos lo trajimos literalmente dentro del caldero de la comida que llevábamos para los gatos de la calle en el descampado de cerca de casa. Mi madre al abrir el carrito en el que llevábamos el caldero ya de vuelta a casa se encontró con un gato amarillo dentro de él con las cuatro patas extendidas engullendo la comida como si no hubiese comido nunca en su corta vida –tenía unos dos meses y medio-. Nos lo llevamos claro, otro pa la saca.
Del Pinki ya puse varias fotos en otros capítulos, era un amor.


Por hoy lo dejamos aquí……voy a por mi dosis de cafeína.

Os adelanto que otras anécdotas de cómo encontramos a algunos de nuestros gatos, para el capítulo 8 -que tambíen será de relax-,  van a ser las siguientes:


Groucho (Pichouch para los amigos, o el gato metido en una bolsa)

El Camilo (o el gato Marujita Díaz)

El Otelo (o el gato atropellado)

Ramsés (o el gato trompetilla 2)

El Forem (o el otro gato que se apuntó a un curso de autocad –gracias Aran por contarme cómo fue--)

El Duque (ala, se nos ha colado un perro en el listado)

jueves, 12 de enero de 2012

Capítulo 6: he encontrado un gatito de la calle, lo voy a adoptar. ¿Cuáles son los primeros pasos?

Bien por ti!!!!. Te estás ganando un lugar en el cielo gatuno, ese al que quiero ir yo algún día.

Lo primero que quiero decir en este capítulo es que no soy veterinario, como casi todos sabréis, y, que el único que puede curar a un gato que está enfermo es él. Simplemente llevo muchos años recogiendo gatos de la calle, salvando a los que se podían salvar, dando en adopción a los más sanos y lustrosos y quedándonos a los feuchos, enfermos, tullidos y lisiados (son los mejores, los que más te lo agradecen, os lo aseguro) por lo que voy a compartir las cosas que he aprendido gracias a docenas de experiencias. Eso sí, los términos científicos de muchas cosas que voy a describir no me los sé, así que si hay algún veterinario en la sala, por favor que me corrija y me ilustre, que el saber no ocupa lugar (sobre todo desde que se inventó el interné este).

Pues bien, tu llegas a tu casa con el gatito que has cogido* de la calle –porque lo iba a atropellar un coche, porque estaba en el motor de tu vehículo, o del de tu vecino, porque lo veías cada noche ir a los contenedores  de tu calle a ver si pillaba algo de comer y un día no aguantaste más la pena….por mil motivos se coge un gato de la calle, simplemente porque a lo mejor no quieres ser la clase de persona que pasa de largo y mira para otro lado-, entras en casa con el bichín probablemente en brazos desfallecido y asustado ¿y ahora qué hacemos?. Aquí es cuando a mí me hubiera gustado estudiar veterinaria, pero, si ninguno de vosotros lo ha hecho, hay que acudir a uno a que le haga una primera revisión, que es fundamental para la salud futura del gato adulto. Además, es muy común que venga enfermo por el propio hecho de estar a la intemperie, en la calle vamos. El veterinario lo examinará a fondo, lo desparasitará interna y externamente y le dará el tratamiento adecuado si tiene alguna enfermedad.

Lo que pasa es que los gaticos no entienden de horarios laborales, y a veces aparecen cuando el veterinario está cerrado. Si el gatito parece estar bien *podemos esperar hasta que abran el veterinario al día siguiente, día en que lo llevaremos a esta revisión. No seáis rácanos que el veterinario no cobra tanto, un par de camisetas menos de zara, o un fin de semana controlando lo que bebes y ya tienes para ese señ@r de verde que cura a nuestros amigos. Si el gato no parece estar bien o no te quedas tranquil@ hay veterinarios que tienen urgencias las 24 horas, aunque te cobran un plus por atenderte fuera de horario (bueno, es normal, cualquier otro profesional lo hace también).

Vale, esperamos al día siguiente. Aquí podemos aplicar todo lo que os conté en el capítulo 2 de la llegada al hogar, pero adaptándolo a un animalico que estará muy asustado y necesita calor, probablemente venga muy frío de la calle. Recomiendo en los primeros instantes darle comida húmeda (lata o bolsa) de gatitos que les gusta más que el pienso seco (aunque es mejor para su salud la comida seca) porque a los gatos al principio te los sueles ganar con la comida. El tema de las arenas será armarse de paciencia porque seguro que no ha visto cajón de arenas en su corta vida y no sabe que tiene que hacerlo ahí. Leed esa parte del capítulo 2 para saber cómo se acostumbra a un gato a las arenas.

Os voy a comentar así un poco por encima y sin mucho rigor científico lo que suele tener un gato de la calle en cuanto a enfermedades y parásitos se refiere (no tengáis asco, que el veterinario os lo desparasita) pero pensad que para todas ellas hay tratamiento y que no son peligrosas para el humano, si no, yo ya no estaría en este mundo –vale, estaría intentando hablar con el San Pedro gatuno para ver si me dejaba entrar--. No quiero ascos aquí, que sois fuertes, habéis salvado una vida y hay que tirar para adelante. A ver, empiezo:

En las orejas suelen tener ácaros, que se tratan con unas gotas. En el tracto digestivo lombrices-cortas y largas- que se tratan con pastilla o una pasta que se les da por la boca. En la nariz, los ojos y los bronquios suelen tener mucosidad debido a la coriza o catarro gatuno –si no se trata a tiempo les mata porque llega un momento que no pueden respirar y les sube mucho la fiebre- que se trata con antibiótico y los ojos con un colirio. En la piel suelen tener pulgas y garrapatas, que se eliminan con una pipeta o con un spray. Este es el pack básico del gatito callejero. Eso sí, todo es curable, en una semana tendréis un gatito nuevo y precioso.

Una vez cumplimentado el paso de la curación, puedes empezar tu vida con tu nuevo amig@ y seguir mis consejos desde el capítulo 2 al 5. Tendrás un gato sano y feliz.

Os voy a comentar aquí que el vínculo que creas cuando salvas un gato y le das una vida contigo no se rompe jamás, y el gato sabe que lo has salvado (sobre todo si ya no era tan cachorrito cuando lo encontraste) y te lo agradecerá siempre.

Me voy a permitir en este punto, después de la parte seria de esta exposición, que cuente algunas anécdotas sobre cómo encontramos a algunos de los gatos que tenemos y hemos tenido –sí, ahora están en el cielo gatuno-, es que hoy me siento nostálgica.


El Indi (o el gato drogadicto)

Al Indi y a sus dos hermanos los encontraron mis hermanas tirados dentro de un contenedor de basura cercano a nuestro piso antiguo cuando tenían sobre un mes y medio de vida. Napoleón, el hermano más pequeño tenía una costilla rota porque alguien les había tirado una bolsa de basura encima. Eran tres hermanos, Indi –que nos lo quedamos nosotros, Napoleón, que se lo llevó una amiga de mi hermana a Lugo y Simba, el tercer hermano, que tuvo una vida muy larga y feliz en casa de mi mejor amiga y su familia, que son muy amantes de los animales. Recuerdo que el día que los llevamos a casa, en ese momento estaba con una de mis hermanas un amigo de ella que era alemán, Jan creo, que al ver que cogimos a los tres gatitos y los llevamos para casa dijo “qué buen corazón tienen los españoles, que salvan crías de gato y las llevan a casa” (en fin, me sorprendió que le sorprendiera porque siempre había pensado que los alemanes estaban más evolucionados que nosotros y mi idea era que en las sociedades avanzadas se cuida mejor a los animales, pero bueno)

Otro tema es por qué le llamamos al Indi el gato drogadicto, pero eso lo contaré en el capítulo de anécdotas varias –ese va a ser muy divertido-

Por cierto, no tengo ninguna foto del Indi para poner, Aran a ver si me pasas una, pero os diré que era un gato mu negro, mu bonito, mu weno y mu grande (unos 11 kg).

La Kitti (o la gata cocinillas)

Esta gata la encontramos en un descampado que había cerca de nuestro antiguo piso, junto a tres o cuatro hermanos más –no lo recuerdo con exactitud porque fue hace 15 años- y no debían tener ni un mes de vida, lo que pasa es que estaban todos muy enfermos y se nos fueron muriendo en casa –fue muy triste-. Sin embargo, había una gatita, negra de pelo semilargo y ojos azules –luego les cambian a amarillos a todos los gatos negros- que parecía que quería vivir, luchó muchísimo y vivió, vaya que si vivió. Fue durante 15 años la reina de la cocina de mi casa y la preferida de mi madre, una gata muy sibarita y delicada a la que no le gustaba juntarse con los otros gatos, pero que adoraba los regazos de las personas. Creo que la gata estaba enamorada de mis cuñados y todo.

La kitti en su cocina


La Mus (o la gata trompetilla, o el gatoperro)

Lo de la Mus fue un estar en el momento y en el lugar adecuado y fue un flechazo a primera vista. Fue mi gata favorita hasta que nos dejó, hace algunos años. La encontré delante del portal de mi amiga cuando estábamos charlando. De debajo de un coche salió una gata maullando tipo trompetilla MMIIIIIIIIAAAAAA! pidiendo socorro. La gata no tenía pelo nada más que en la cabeza y debía tener unos 2 meses. Vino hacia mí y tuve que cogerla. La llevé a casa y de cabeza al veterinario. Tenía unos hongos en la piel que la habrían matado en poco tiempo. Estuvimos mi madre y yo dándole una crema en todo el cuerpo varias veces al día y unas pastillas, durante unos dos meses, fue largo y bastante duro, pero la recompensa fue maravillosa. Resulta que la gata era tricolor, preciosa, de muy buen carácter, y además ella sabía que era mía. Me seguía a todos lados. Dormía a los pies de mi cama, a veces incluso dentro. ;e acompañaba a la puerta cuando me iba y me esperaba en ella cuando volvía. Le tirabas una pelota de lana para jugar y te la devolvía a tus pies para que se la volvieras a tirar, ahh, y contestaba cuando la llamabas –gatoperro total-. Dios cómo la he querido.

La mus con todo su pelo tricolor



Otras anécdotas de gatos que hemos encontrado que redactaré en próximas entradas (es que necesito otro café, voy a hacer un break) pero para que vayáis echando a volar la imaginación con las pistas que os doy:

La Rari (o la gata más rara que habíamos visto hasta ese momento –falta de experiencia porque hay muchas gatas carey-)

El Romeo (Borro para los amigos, o el gato que se apuntó a un curso de Autocad)

El Blanqui (Salem o el gato cojo por una patada de un desalmado hijo de puta)

Pinki (el tontigato o el gato que se cayó en el caldero de la poción mágica)

Groucho (Pichouch para los amigos, o el gato metido en una bolsa)

El Camilo (o el gato Marujita Díaz)

El Otelo (o el gato atropellado)

Ramsés (o el gato trompetilla 2)

El Duque (ala, se nos ha colado un perro en el listado)




parece estar bien* significa que no tiene heridas visibles (inspeccionarlo), que no está deshidratado –cogedle el pliegue nucal y si al soltarlo no recupera la piel su forma original rápidamente es que está deshidratado, que no devuelve y está descompuesto –las dos cosas a la vez es fatal para los gatitos porque se deshidratan y se mueren en pocas horas o días-, que no tenga la nariz taponada con gran cantidad de mocos que le impidan respirar (es por la coriza o catarro de los gatos, la enfermedad más común de los gatos de la calle por lo que yo he visto),



cogido*: cómo coger un gatito de la calle, sobre todo si no quiere ser cogido? Ver siguientes capítulos de este blog, lo contaré, lo prometo, anécdotas incluidas.


martes, 10 de enero de 2012

Capítulo 5: el gato ha desaparecido ¿dónde buscar?

Si eres nuev@ en esto de tener un gato, a lo mejor un día estás en casa y hace un rato que no ves a tu mascota o no la oyes por la casa, entonces empiezas a buscarla y a llamarla*  por todas las estancias y nada, que no está. Pánico. Dios mío, se ha escapado a la calle, se ha caído por una ventana, se……Dios mío!

A ver, lo primero es que no cunda el pánico. Puede ser que haya pasado algo de eso, porque ocurren algunos incidentes domésticos (por ejemplo, dejarnos la puerta abierta de una habitación que está ventilando con las ventanas abiertas -de cómo ventilar la casa con gatos dentro hablaré en siguientes entradas-, otro ejemplo, que abramos la puerta de la casa cargados de bolsas que nos impiden ver nuestros pies por lo que el gato se puede escapar sin ser visto, o que llegue una visita que no esté acostumbrada a vivir con gato) pero lo más habitual es que el gato esté todavía en casa, sólo que tú no sabes dónde.

¿Qué hacemos primero? Abrir todas las puertas de las estancias de la casa y llamarlo* como lo sueles hacer –ver llamada* más abajo- esperando un tiempo prudencial y repitiendo la operación varias veces por si está dormido y al principio no nos oye. Vale, no aparece todavía.

Siguiente paso, habitación por habitación, mirar dentro de los armarios de la ropa, de las toallas, de los zapatos….a los gatos les encantan los sitios pequeños, oscuros y calentitos para botar unha soneca. Además, saben abrir armarios, os lo juro, o sea que aunque estéis seguros de que estaban cerrados, mirad por si acaso. Debajo de las camas, de los antedichos armarios, detrás de la estantería del salón, dentro de lavadora y secadora si sueles dejar las puertas entreabiertas (estas puertas complejas no las saben abrir, aunque algún día se dará el caso, seguro). Aunque el hueco os parezca minúsculo, los gatos son muy flexibles y caben en sitios insospechados. En las camas debajo de las mantas y almohadas, aunque creo que se vería el bulto. Sigue sin aparecer. No perder la calma todavía.

¿Sabes ese huequecito que hay entre la nevera y la encimera o detrás de la lavadora? Pues mira ahí también, ten siempre una mini linterna a mano, de esas de los todo a cien, es un consejo. Cualquier hueco en el que de ancho al gato le quepan los bigotes vale para meterse. Prueba de que los gatos se meten en todas partes son las siguientes fotos:

 La Mus y su hija se meten en la bolsa de los regalos de Navidad

 Negri duerme en un sombrero


Han aparecido gatos en los sitios de la casa más insospechados, pero insisto, para encontrarlos pensad como ellos. Son felinos, por lo que las alturas desde donde dominan todo son de sus sitios favoritos (encima de cualquier mueble que se escape de nuestra vista –saben trepar, no lo olvidéis-. Les encanta el calorcito, por lo que cerca de cualquier cosa que desprenda calor pueden estar. Les gusta la oscuridad –será porque les da ventaja supongo-, por lo que en cualquier hueco poco iluminado también pueden aparecer echándose la mayor siesta que os podáis imaginar.

Si después de toda esta búsqueda el gato no aparece, es cuando hay que plantearse el plan b. Ha salido de alguna manera de casa –recordad los incidentes domésticos de antes-, por lo que hay que empezar a buscar. Abrid cada ventana (y cerradla inmediatamente por si el plan a no hubiera fracasado del todo y aún esté en casa, entonces en algún momento aparecerá, seguro) y mirar abajo por si se ha caído. Si no es así, que espero que no, salid al rellano de la escalera y buscad primero en las zonas comunes del edificio pero hacia los pisos superiores ya que pienso que para los gatos es más fácil subir escaleras que bajarlas. Descartados todos los pisos superiores bajad hacia los inferiores y hasta el portal, a ver si anda por ahí.

Si aún así no aparece, hay que buscarlo por la calle; donde se suelen esconder es debajo de los coches aparcados. Estará tan asustado que no creo que se mueva de delante de vuestra calle, así que mirad bien debajo de todos los coches. Ahh, por cierto, bajad con el transportín a la calle porque si lo encontráis es mejor que meterlo en él para llevarlo a casa, porque puede que se asuste con el tráfico y se escape de vuestro regazo.

Bueno, después de toda la búsqueda, que seguro que da sus frutos, id a descansar a casa.

Por cierto, es recomendable que le pongáis microchip a vuestro gato (consultad con vuestro veterinario de confianza) porque si realmente se escapa y no lo encontráis, puede que alguien lo encuentre y lo lleve a un veterinario para ver si tiene microchip. Es muy útil en estos casos.

Bueno, después de la búsqueda estoy agotada….me voy a tomar un café.





*: cómo se llama a un gato para que venga? Los gatos por lo general (hay excepciones, como la Miu de mi hermana o la Mus, de la que ya os he hablado) no saben cómo se llaman. No son como los perros que rápidamente asocian su nombre a que los estás llamando y vienen a ti. Para que un gato acuda a ti deberías tener una consigna única entre él y tú que suele estar relacionada con la comida. Por ejemplo: todos los gatos de mi casa se llaman TOMA VEN seguido de un chasquido de dedos habitualmente. Mis gatos saben que con esas palabras se les va a dar algo rico generalmente comida húmeda ya que el pienso para ellos es más aburrido. Hemos repetido estas palabras desde siempre cuando íbamos a darle algo de comer incluso cuando rellenábamos los comederos de pienso. Por ello, cuando queremos que aparezcan gritamos TOMA VEN y realmente aparecen  (no sabéis cuantos). Aún así, la forma de llamarlos no tiene por qué ser una palabra, puede ser un sonido, por ejemplo el sonido de agitar la bolsa de pienso (les encanta). Si antes de rellenarle el comedero haces este sonido el gato lo asociará a comida y aparecerá cada vez que lo hagas.
El único caso en que no funciona este sistema de llamarlos es cuando están profundamente dormidos, porque supongo, que al igual que las personas, que cuando estás en la fase más profunda del sueño es difícil oír nada.

Capítulo 4: el comportamiento diario

Creo que ya he dicho en capítulos anteriores que los gatos son animales de costumbres, suelen aprender un comportamiento que sea satisfactorio para ellos y repetirlo diariamente. Pero también tienen comportamientos instintivos. los dos comportamientos instintivos más característicos del gato son los "ochos" y el "cardurreo". Y vosotros diréis ¿y ezo que é?. Son palabros que nos inventamos en mi familia para denominar dos comportamientos que repiten uno tras otro todos los gatos que tenemos y hemos tenido. Paso a explicarlos a continuación.

Por la mañana temprano, cuando os levantáis, el gato suele venir a saludar para decir sus buenos días y lo hace frotándose cabeza y lomo con tu pierna, y, en cuanto adelantas la otra pierna para intentar caminar, va hacia esta última para volver a frotarse. Si repites esto intentando andar, el gato describe un ocho entre tus piernas, por esto son los "ochos". Si cada mañana tu tienes la misma rutina, es decir, te levantas, sales de la habitación, vas al baño o a la cocina, el gato acudirá a hacerte los ochos mañaneros en tu recorrido todas las mañanas.

Pues bien, ¿por que lo hacen?, he oído que los gatos tienen unas glándulas detrás de la orejas que segregan un olor para ellos perceptible, y creo, que la frotarse con tus piernas te está marcando como suyo, te recuerda que eres de su propiedad, solo suyo. Ojo al dato para todos los padres de gatos primerizos: el gato no es tuyo, tu eres del gato y estás en este mundo para satisfacer sus deseos (comida, agua, mantita para dormir, cariño, masaje detrás de las orejas....todo lo que el quiera). Por esto los gatos son tan celosos, porque consideran que el ser humano es de su propiedad y no quieren compartirlo con otros gatos, otros humanos u otros animales de compañía. Esta es una diferencia fundamental con los perros, que son seguidores de los humanos. Por ello, los que tengáis perro y gato, entended que no se les puede educar igual, porque lo que funciona con un perro no suele funcionar con un gato y creo que viceversa.

El gato se siente realizado con estos ochos mañaneros y si queréis tener un animal contento y feliz yo no se los negaría, es como el saludo de buenos días entre las personas, lo hacemos rutinariamente.

El otro comportamiento que suelen repetir los gatos es el "cardurreo". Esta vez no lo hacen diariamente, pero sí regularmente, varias veces a la semana la mayoría. Cuando los gatos son crías y maman de la teta de la madre, para estimular a la glándula a que segregue la leche, los gatitos hacen un movimiento con las patas delanteras estirando sus patitas alternativamente sacando las uñas y retrayéndolas sobre la teta, así activan esa glándula y pueden alimentarse. Pues bien, aunque los gatos a las dos o tres meses dejan de mamar, ese comportamiento con sus patas delanteras les queda como "recuerdo" y lo escenifican cuando por ejemplo están en una cestita con un tejido muy amoroso, cuando están en tu regazo y tienes una prenda -una bata por ejemplo- suave y con algo de pelito, en general cuando se encuentran muy a gusto y hay un tejido amoroso de por medio. Parece que están "cardando" lana, por eso en mi casa se le llama "cardurreo" a esto. Incluso los gatos viejos (más de 10 o 12 años) cardurrean cuando están a gusto.


Ramsés cardurreando la barriga de Isa
 
Este cardurreo suele venir acompañado del ronroneo característico de los gatos, que aún hoy en días los científicos no saben como lo hacen, que lo suelen hacer cuando están muy muy a gusto, sobre todo en el regazo de alguien. Sin embargo, os voy a decir una cosa sobre el ronroneo: hay veces que los gatos ronronean cuando están muy mal y se sienten en peligro, como si fuese una autodefensa para que otro animal o un ser humano no les hagan daño. Esto lo he visto yo en un gato de la calle que se estaba muriendo, ronroneaba mientras lo hacía (es una historia muy triste que no voy a contar de momento; tengo muchas historias que contar de la época en que le dábamos de comer a muchos gatos de la calle, aunque no son todas tristes).

Bueno, como resumen de este capítulo, si tu gato te ochea por las mañanas, te cardurrea varias veces a la semana y te ronronea cuando lo tienes en el regazo básicamente tienes un gato feliz, sigue así.

Voy a introducir un apunte triste en este capítulo, aunque no tiene mucho que ver con la temática del mismo, y es que ayer, después de 12 años, nos ha dejado Groucho, un buen gato, un buen amigo. Seguro que va al cielo de los gatos, donde quiero ir yo también cuando me toque, allí estaría en mi salsa, con mis amigos.

Este era Groucho, en 2003, en su máximo esplendor

lunes, 9 de enero de 2012

Capítulo 3: el aseo

Los gatos son los animales más limpios de todo el reino animal, incluso podríamos decir que llegan a ser remilgados en algunos aspectos. Cuando un gato está sano, se asea como mínimo dos o tres veces al día (hay gatos que más, incluso tienen manías obsesivas sobre el aseo, que les pueden llevar a problemas de dermatitis -hasta hacerse heridas- y de bolas de pelo en el estómago).

La forma de asearse, dado que son animales que tienen aversión por el agua, es lamiéndose el pelaje y la piel. Como esta acción la realizan muy a menudo, tragan pelo -especialmente los gatos de pelo largo, tipo persa, maine coon, bosques noruegos, angora...-. Por ello es muy importante que entre el ajuar de nuestro gato (os acordais, el transportin, fundamental) tengamos siempre malta para gatos.

Los que seais primerizos en esto de tener nuevo mejor amigo os preguntareis ¿y ezo que é? Malta? No es un país al que le metimos 13 goles en fútbol hace años? También, pero es una especie de pasta oscura (de textura tipo miel) y olor dulzón que hay que hacerle tragar al gato una vez cda semana o cada dos semanas (consultad al veterinario por que cada gato puede tener unas necesidades concretas en función de su pelaje, su estómago y las veces que se asee). Un síntoma muy claro de que el gato necesita malta es que vomita agüilla con restos de pelo.

Bueno, y cómo se lo damos a tragar al gato? Os anticipo que al 90 % de los gatos no les gusta el olor ni el sabor de la malta (bueno, no se exactamente si es más el olor o el sabor, porque aunque alguna gata que otra me contesta -la Mus por ejemplo- no saben hablar el idioma humano, ni yo el gatuno -todavía, aprenderé-). Pero hay un método infalible que aprovecha la propia naturaleza del gato: coges una bolita de malta en un dedo y se la extiendes en la pata delantera, en lo que sería la cara opuesta a la palma de su "mano". El gato puede que huya, de hecho la Mus corría despavorida y sacudía la pata, para dejar atrás el olor de la malta, pero cuando se calman tienen que lamerse dicha pata, para estar limpios. Así, ya se lo ha tragado, y sin esfuerzo!. Otra forma, si confiais mucho en el gato, es abrirle la boca con dos dedos (sin forzar, sin hacerle daño) y pegarle la bola de malta en el paladar. como no saben escupir algo que tienen pegado al paladar, lo acabarán deshaciendo con la lengua y tragándoselo.

Una cosa muy importante que debeis tener en cuenta es que si el gato está desaseado (sobre todo el pelaje) hay que llevarlo al veterinario porque es un síntoma claro de que está enfermo.

Para el resto del aseo los gatos necesitan un poco de ayuda: los ojos y las uñas.

Los ojos son fundamentales para los gatos, de hecho, aunque llevo muchos años conviviendo con ellos, hasta el año pasado no era capaz de creer que un gato completamente ciego pudiera desenvolverse bien, creía que acabaría por no comer y muriendo. No es así; la ciegui o Ray Charles como le llamo yo, tuvo una enfermedad de pequeña que la dejó completamente ciega. Actualmente no tiene uno de los dos ojos (hubo que operarla de urgencia, desde aquí doy las gracias a nuestro veterinario de confianza que la dejó como nueva) y el otro lo tiene inservible, o sea, es completamente ciega. Pues bien, no solo sube al sofá, encuentra la comida perfectamente, incluso se pelea con los otros gatos, sino que caza moscas! y las pilla!. Es un misterio de la naturaleza esa gata, pero es así.



Esta es Ray Charles, metida en una caja de zapatos

Bueno, pues así como son de importantes los ojos para los gatos, así son de delicados. Los gatos cogen muchas infecciones de ojos. Al menor síntoma (lagrimillas, un ojo algo más cerrado de lo normal, enrojecimiento....) al veterinario. Probablemente no sea nada y con un colirio se soluciona, pero necesitan de nuestros cuidados.

El tema de las uñas ya es problemático en sí. Yo a este respecto no tengo una opinión clara. Hay gente que les corta las uñas regularmente a su gato, una vez cada 15 días es suficiente. se le corta con un cortauñas especial que se vende en los veterinarios, pero solo la punta afilada, no toda la uña. Incluso hay gente que los opera y les extirpa las uñas quirúrgicamente (yo no estoy de acuerdo con esto, ¿os gustaría que os lo hicieran a vosotros?).

Debeis saber con respecto a esto que los gatos se sienten muy inseguros sin sus uñas. Las utilizan para, además de arañar el sofá, para impulsarse en sus saltos y para trepar. Un gato sin uñas o con ellas muy cortas es un ser torpe y miedoso, corre incluso el riesgo de intentar trepar, caerse por no tener agarre suficiente y hacerse mucho daño, porque no esperan esa caida -los gatos saben caer, pero cuando la caida la tienen prevista, si no, son como los demás seres vivos, se hacen daño-.

Lo que nosotros hacemos con nuestros gatos es ponerles un rascador cerca de la zona de sofas, asi afilan sus uñas en el rascador y no en el lateral del sofa ni en los marcos de las puertas (son dos zonas que les gustan mucho para este tema). el rascador no tiene porqué ser uno de esos caros que venden en las tiendas de animales. Un simple cestón de mimbre de los chinos, de altura suficiente, lleno de algo que le de el peso suficiente como para que no se tambalee si el gato se apoya en el para rascar las uñas, sirve como rascador. Además les encanta.